La primera venida del Señor se realizó gracias a ella. Y, por ello, todas las generaciones le llamamos Bienaventurada. En este tiempo litúrgico nos debemos preparar, como cada año, para una nueva venida, los ojos de la Iglesia se vuelven hacia Ella, hacia la madre de la humildad, la que sostuvo en sus brazos la venida de Jesús y lo volvió a sostener sobre ellos ya muerto. |