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Día 29 marzo 3er. Dolor: LA PÉRDIDA DEL NIÑO JESUS
“Jesús, sin saberlo sus padres se quedó en Jerusalén. Al cabo de tres días lo encontraron en el templo. Su Madre le dijo: Hijo, ¿Por qué nos has hecho ésto? Tu padre y yo angustiados, te andábamos buscando” (Lc. 2, 43)
¡Cómo sufre una madre, un padre, ante la pérdida de un hijo¡ Se preguntan una y otra vez: ¿Dónde estará? ¿Cómo estará? Así son los padres en el amor hacia sus hijos. Pierden la paz, pierden el sueño, pierden la vida. Ellos son nuestros custodios, sufren, se lamentan, se llenan de dolor y tristeza. Imaginémonos a María, la más sensible, la más cuidadosa, la más responsable. ¡Qué apuro el de Ella¡
También en nuestro tiempo se presentan casos de niños y adolescentes que se pierden. La policía en España recibe unas cinco denuncias por día… a algunos los encuentran y a otros no…
Dios te Salve, María...
ORACIÓN: Madre dolorosa... |
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Día 30 marzo 4to. Dolor: MARIA ENCUENTRA A JESÚS CARGADO CON LA CRUZ
“Me levantaré y por las calles y plazas buscaré al amado de mi alma…” (Cant. 3, 2)
¡Qué fortaleza, qué temple, qué locura la de María¡ Sabía lo duro que sería seguir de cerca a Jesús camino del calvario, pero decide hacerlo. Y lo hace. Su amor era más fuerte que el miedo y el dolor atroz . Había llegado el momento de que la espada de dolor se hundiera despiadada en su corazón al contemplar la pasión de su hijo. No se esconde, ahí estaba Ella, muy cerca.
Nuestra vida, a veces, también es un duro viacrucis. No suframos sin sentido, con mera resignación. Busquemos, por la cuesta de nuestro calvario, esa mirada amorosa y confortante de María , nuestra Madre. Ahí estará Ella, siempre que queramos encontrarla, acompañándonos y dispuesta a consolarnos y compartir nuestros padecimientos.
Dios te Salve, María...
ORACIÓN: Madre dolorosa... |
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Día 31 marzo 5to. Dolor: MARIA AL PIE DE LA CRUZ
“Junto a la cruz de Jesús estaba su Madre” (Jn.19, 25)
Nunca podremos, ni remotamente, sospechar lo que significó de dolor para el corazón de María el contemplar en silencio la pasión y muerte de su Hijo. Ella, que sabía perfectamente quién era El. Ella que humanamente habría querido anunciar a voz en grito la nefanda tragedia de aquel gesto deicida, en un intento de arrancar a su Hijo de las manos de sus verdugos. Ella , en último término, habría preferido suplantar a su Hijo… Ella tuvo que callar, sufrir y obedecer. Esa era la voluntad de Dios. Y con el corazón sangrante y desgarrado María, al pie de la cruz, repitió, una vez más, sin palabras, en la más pura obediencia: “hágase tu voluntad”.
El padecer, el morir, no son la cumbre del amor. El colmo del sacrificio está en ver morir a los seres amados. Lo que una mujer, una madre debe padecer en un caso semejante, jamás lengua humana podrá decirlo.
¡Qué pequeños somos al lado de María¡ ¡Qué ridículas nuestras cruces al lado de su sacrificio¡ ¡Quién supiera amar así¡
Dios te Salve, María...
ORACIÓN: Madre dolorosa... |
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Día 01 abril 6to. Dolor: MARIA RECIBE EN BRAZOS EL CUERPO DIFUNTO DE SU HIJO
“José de Arimatea, discípulo de Jesús, pidió a Pilatos poder retirar el cuerpo y Pilatos se lo concedió” (Jn. 19, 38)
Otra escena conmovedora, Jesús muerto en los brazos de su Madre, que lloraba su pérdida. No cabe duda, aunque cueste creerlo. El Hijo del Altísimo, el Salvador, el cuyo reino no tendría fin, el que era la Vida… El está muerto.
Dura prueba para María. En su alma se irguió una oscura borrasca que amenazaba apagar la llama de su fe. Pero su fe no se extinguió, siguió encendida y luminosa. ¡Qué fuerte es María¡ Ella, la única que ha sostenido en sus brazos todo el peso de un Dios vivo y de un Dios muerto, su Hijo.
Pidámosle aumente nuestra fe, la proteja, para que no sucumbamos ante las tempestades y tormentas que nos asaltan en la vida.
Dios te Salve, María...
ORACIÓN: Madre dolorosa... |
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Día 02 abril 7mo. Dolor: SEPULTURA DE JESÚS Y SOLEDAD DE MARÍA, NUESTRA MADRE
“Y, después, envuelto en una sábana, lo puso en un sepulcro excavado en la roca, en el que nadie había sido puesto todavía”. (Lc. 12, 53)
¡Qué soledad tan diversa la de Aquella¡ ¡Es la soledad tremenda que deja la muerte del último ser querido, que estaba a nuestro lado.
Así la describía Lope de Vega con gran realismo: “Sin esposo, porque estaba José de la muerte preso; Sin Padre, porque se esconde; Sin Hijo, porque está muerto; Sin luz, porque llora el sol; Sin voz, porque muere el Verbo; Sin alma, ausente la suya; Sin cuerpo, enterrado el cuerpo; Sin tierra, que todo es sangre; Sin aire, que todo es fuego; Sin fuego, que todo es agua; Sin agua, que todo es hielo… “
María también supo vivir el sufrimiento de la separación y la soledad con amor, con fe, con serenidad. Creyendo, confiando, amando, Ella supo esperar la mayor alegría de su vida: recuperar a su Hijo para siempre tras la resurrección.
Aprendamos de María a llenar el vacío de la soledad, que nos invade tras la muerte de nuestros seres queridos. Llenarlo con lo único que puede llenarlo: el amor, la fe y la esperanza en la vida futura.
Dios te Salve, María...
ORACIÓN: Madre dolorosa... |
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CONCLUSIÓN |
Nos hemos acostumbrado, sobre todo, en Semana Santa, a ver a María como la Virgen del Dolor, la Dolorosa. Sin embargo, el verdadero recuerdo que la tradición cristiana nos ha conservado de ella, es el de una madre valerosa, que supo mantenerse firme, de pie, junto a la cruz; que no se dejó derrumbar por el Dolor; que no se dejó vaciar nunca de esperanza y que, en medio aún del máximo dolor, acompañó a su Hijo hasta la muerte en Cruz.
Los cristianos debemos tener los mismos sentimientos de María en medio del dolor y sufrimiento que, en estos momentos, estamos viviendo. No podemos perder la esperanza. Con María, como los pobres de Dios, podemos confiar siempre en El, que nos ama y nos anuncia con la resurrección de su Hijo, nuestra propia resurrección. |