El Ángel de la Anunciación
pronuncia el nombre de la elegida: María. Luego le advierte que no debe tener miedo. Acto seguido, le transmite un mensaje: tendrá un Niño,
generará vida. La agraciada por su parte, acepta la misión que se le encomienda: "Que Dios haga conmigo como me has dicho".
Esta pequeña estructura narrativa se reproduce a nuestra medida en nuestras experiencias religiosas. También nosotros somos acompañados por nuestros particulares ángeles custodios, en quienes se cifra nuestro nombre o identidad más profunda. También a nosotros esas presencias angélicas nos infunden el coraje para ser quienes somos haciendo frente a los miedos que nos acechan. También a nosotros, en fin, se nos llama a engendrar y a dar vida.