La espera de María, el adviento de María, es también una preparación al sufrimiento, una preparación para el rechazo, el establo, la pobreza, el martirio de los niños, la huída a Egipto sin saber cuándo regresarían, para la perdida de Jesús en el Templo hasta encontrarlo, para la separación a la hora de entrar en su vida pública, para recorrer al lado de su Hijo el camino de la cruz, para esperar la Resurrección, para separarse de Él en su Ascensión y esperar por el momento en que se reunieran en el cielo.
Con el nacimiento de Jesús mediante su madre María, comienza el “cielo nuevo y la tierra nueva”. Una realidad que muestra a María, la toda pura, sin mancha: ella es la Inmaculada (8 de diciembre).
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