Debemos contemplar a la persona gracias a la cual se realizó de modo único, singular, la venida del Señor: la Virgen María.
Ella, la Virgen Madre, es el “camino” que Dios mismo se preparó para venir al mundo con toda su humildad.
María, mejor que nadie, puede guiarnos a conocer, amar y adorar al Hijo de Dios hecho hombre.
Ella es la Virgen del Adviento: está bien arraigada en el presente, en el “hoy” de la salvación; en su corazón recoge todas las promesas pasadas y se proyecta al cumplimiento futuro. Sigamos su ejemplo, para entrar de verdad en este tiempo de gracia y acoger, con alegría y responsabilidad, la venida de Dios a nuestra historia personal y social. (Pensamientos de Benedicto XVI sobre el Adviento) |