"Y tú, María, Virgen de la espera y del cumplimiento,
que conservas el secreto de la Navidad,
haznos capaces de reconocer en el Niño,
que estrechas en tus brazos, al Salvador anunciado,
que trae a todos la esperanza y la paz.
Contigo lo adoramos y decimos confiados:
tenemos necesidad de ti, Redentor del hombre,
que conoces las expectativas y ansias de nuestro corazón.
¡Ven y permanece con nosotros, Señor!
¡Que la alegría de tu Navidad
llegue hasta los últimos confines del universo!
JUAN PABLO II
25 Diciembre 2003 |